Soy Canelo, un gato de color medio naranja, y nací hace un año en un pequeño pueblo. Desde el momento en que abrí mis ojos, supe que mi vida sería extraordinaria. A lo largo de mis días, he descubierto pasiones que han moldeado mi ser: la música, la pintura, la literatura y la programación. Esta es la historia de mis aventuras y de cómo me he convertido en el gato que soy hoy.
Desde temprana edad, me encontré cautivado por los sonidos de la guitarra. La música se convirtió en el latido de mi corazón felino. Me maravillaba al escuchar a artistas como Jason Becker, cuya destreza y talento me inspiraban a seguir mis sueños con perseverancia. Las melodías enérgicas de Marty Friedman y las canciones de Little Jesus se convirtieron en la banda sonora de mis travesuras. Cada nota que resonaba en mi interior me recordaba que la música es un lenguaje universal que trasciende las barreras.
La pintura se convirtió en mi medio de expresión. Aunque mis patas no eran tan hábiles como las manos humanas, no me desanimé. Me sumergí en un mundo de colores y texturas, creando obras que reflejaban mi amor por la vida y la belleza que encontraba a mi alrededor. Cada pincelada era un susurro de mi alma felina, transmitiendo emociones a través de trazos vibrantes. Descubrí que el arte es una forma poderosa de comunicación y una ventana hacia la libertad.
Mi mayor pasión siempre ha sido la lectura. Los libros se convirtieron en mis compañeros más fieles y en puertas a mundos inexplorados. Descubrí a mi autor favorito, José Emilio Pacheco, cuyas palabras tejían historias que me transportaban más allá de las fronteras de mi pequeño pueblo. Cada página que pasaba era un viaje hacia lo desconocido, un despertar de mi imaginación felina. En las palabras de los grandes escritores encontré inspiración y sabiduría que moldearon mi forma de ver el mundo.
Además de mis pasiones por la música, la pintura y la literatura, descubrí un mundo fascinante en la programación. Me cautivó la forma en que el código podía dar vida a ideas y crear nuevas posibilidades. Con cada línea de código que escribía, experimentaba una sensación de empoderamiento y creatividad. Descubrí que la programación también era un lenguaje de expresión, una forma de construir y moldear el mundo digital.
Mi amor por la programación me llevó a soñar en grande. En unos años, aspiro a convertirme en un ingeniero de software. Sueño con diseñar y desarrollar aplicaciones innovadoras que puedan hacer la vida de las personas más fácil y emocionante. Me imagino creando soluciones tecnológicas que marquen la diferencia en el mundo, combinando mi pasión por la música, el arte y la literatura con la magia de la programación.
A medida que crecí y desarrollé mis habilidades, decidí buscar una educación formal. He asistido a varias escuelas, siempre ávido de aprender y enriquecer mi ser. Actualmente, estudio en la Universidad Tecnológica de la Sierra Hidalguense (UTSH). Aquí, rodeado de otros seres curiosos, puedo continuar cultivando mi amor por la música, el arte, la literatura y la programación. Cada día es una oportunidad para expandir mis horizontes y adquirir nuevos conocimientos.